Durante los dos meses de verano han fallecido 101 motociclistas, 34 más que el año anterior, un incremento del 53 por ciento. Unas cifras, evidentemente graves, ante las que hay que actuar: asumiendo nuestra responsabilidad, pero sin pasar por alto la del ministro del Interior, la del Director General de Tráfico y la debida a Fomento por el estado de nuestras carreteras.
A pesar de reconocer que su análisis era «simple», el ministro del Interior Rubalcaba acusó a los motociclistas de ser los culpables de que las cifras de víctimas mortales subiesen un 8% este verano: «11 de 34 muertos el pasado fin de semana eran motoristas». El Director de la DGT, Pere Navarro, aseguró además que la mayoría de accidentes se producen «por salida de vía durante el fin de semana, en carretera virada», y en «un perfil de motociclista de unos 35 años, de alto poder adquisitivo, y con una moto de alta cilindrada que cree merecer». El 88% de los fallecidos viajaban en moto de más de 500 cc, cuando este segmento de motos sólo representa un 25% del parque de motos. Es cierto, y ahí hablo de asumir nuestra propia responsabilidad como colectivo, que estos datos deben hacernos reflexionar sin olvidar que no debemos quedarnos sólo con el dato de un par de meses y que hay que ver tendencias a más largo plazo. Parece obvio en todo caso pensar dos cosas: una, debemos cuidar al máximo nuestras salidas de ocio y en evitar velocidad inadecuada, –que recordemos no es lo mismo que excesiva– causa principal –según los atestados– de las salidas de vía. Pero también es lógico exigir a las autoridades que sustituyan de una vez los quitamiedos asesinos. Según la MM, «un último estudio certifica que el 44% de los motoristas que mueren en carretera chocan contra un guardarraíl y el 17% contra una señal vertical». ¿Quién es el culpable de sus muertes? Es sencillo: las medidas del Gobierno buscan únicamente la represión de la velocidad (radares y carné por puntos…), pero a los motociclistas no nos sirven para nada. La DGT basa su política en que estadísticamente, si vamos «todos despacio», «nos matamos menos» (golpes más leves, coches cada vez más seguros: airbags, cinturones, estructuras deformables)… Pero esta política a los motociclistas no nos sirve. La gran mayoría de nuestros lesionados, también contra los mortales guardarraíles, se producen a velocidades menores a 70 km/h, muy lejos de todo límite genérico y hasta específico propuesto por la DGT. Basta una mancha de gasóleo, un poco de suciedad, el habitual mal asfalto de nuestras carreteras secundarias, para que los usuarios de las dos ruedas –¡incluyo, por supuesto, a los ciclistas! – no «tengamos derecho al error»… Nuestra siniestralidad no se reduce con inútiles e irracionales limitaciones genéricas de velocidad. Tampoco elevando a 16 años la edad para el ciclomotor (recordemos que la franja de 14 a 16 años representa sólo un 2,7% de su siniestralidad), ni tampoco poniendo en práctica «queriendo ser los primeros en Europa» la directiva de escalar los carnés de conducir: 16 años/125 cc, 18 años/motos hasta 400 cc, y motos de superior cilindrada sólo tras haber cumplido 24 años (o dos de experiencia)… En primer lugar, se quiere exigir «experiencia» señalando que el 65% de las motos accidentadas tenía menos de 3 años de antigüedad. ¡Pero el parque de motos casi se ha triplicado en tres años, y existe lógicamente un mayor porcentaje de motos nuevas en circulación! Y, por supuesto, la «antigüedad» de la moto ¡no tiene nada que ver con la de su propietario! En cualquier caso, a falta de soluciones reales, que se hayan matriculado más de 420.000 motos entre 2004 y 2006 ocasionará lamentablemente… un crecimiento proporcional de sus cifras negativas.
La idea de «prohibir las motos grandes antes de los 24 años» es una medida que no aporta nada frente a la actual, que obliga ya a dos años de carné con menos de 34 CV. No tiene tampoco ningún sentido frente a la siniestralidad citada por el propio Navarro: ¡él mismo asegura que los accidentados tienen una media de 35 años!... Para terminar, la potencia de las motos no tiene relación alguna con su siniestralidad: en Francia todas las motos están limitadas a 100 CV… y se sufren idénticos problemas. Conociendo su «talante» electoralista –sugirió eliminar los accidentes de moto en el GP de Jerez ¡impidiendo su celebración!– su siguiente paso será proponer que baje nuestro poder adquisitivo para que «en este país de ricos» , en sus palabras, «se vendan menos motos culpables, de más de 500 cc…» en lugar de hacer su trabajo: luchar –¡junto a nosotros!– para afrontar las causas reales de nuestros accidentes. «Prohibir, reprimir, buscar vías rápidas para sancionar más y más» no soluciona nada…
Extraido de: www.Motociclismo.es
miércoles, 3 de octubre de 2007
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