Enero 25 de 2008
Una réplica en madera de una moto hace parte del Salon Regional de Artistas de la Costa Atlántica
Una réplica en madera de una moto hace parte del Salon Regional de Artistas de la Costa Atlántica.
Iván Acosta, artesano sucreño, quiso imitar la rigurosidad de Miguel Ángel y tardo cuatro años en la elaboración, pieza por pieza, de la curiosa Suzuki 125 TS.
Tapicero de motos y carros, artista y artesano, la gente le preguntaba si había perdido la razón.Al verlo en su taller de la calle 17 del barrio El Mercadito, en San Pedro (Sucre), midiendo las partes de su motocicleta, dibujándolas en cartón paja y reproduciéndolas milímetro a milímetro en madera con las herramientas que él mismo fabricaba, muchos se iban meneando la cabeza, diciéndole que su tarea era imposible, que no iba a acabar nunca.
Durante cuatro años, dedicó cada momento libre que le dejaban su trabajo y sus hijos, Iván e Ivana Carolina, para hacer las 103 piezas que componen su obra, que es el mismo número de componentes de la Suzuki, sin contar las partes repetidas, como los numerosos radios de las llantas o las luces direccionales.
Por estos días, la moto ya terminada se parquea en la casa de la cultura de Riohacha, pues fue elegida como una de las obras del Salón Regional de Artistas, en el Caribe, que funciona como antesala del Salón Nacional. Hace parte de las obras de la curaduría denominada Mal de Ojo, que buscó resaltar expresiones artísticas populares y académicas.
"Quise hacerla porque en un libro sobre Miguel Ángel leí que él decía que las obras buenas son a largo plazo. La figura de David que él creó es, para mí, lo más perfecto que se ha hecho.
Entonces, quise hacer algo sobre lo que la gente dijera: eso no se puede. Y emprendí lo de la moto: algo difícil y de largo plazo", cuenta el artista.
Ántes quería esculpir cuerpos
Tiene sentido que Iván, que antes había hecho algunos intentos de figura humana en tamaño natural, como un hombre y una mujer parecidos al homo sapiens y ante la imposibilidad de emular una figura "tan perfecta como el David, de Miguel Ángel", se decidiera por lograr la excelencia en un objeto contemporáneo: su moto.
"Lo más difícil fue la cadena. Nadie creía que la iba a hacer. Por sí sola, ya es una obra de arte. La hice eslabón por eslabón. En total se compone de 480 piezas: 120 pasadores, 120 bujes y 240 placas", dice.
En esta labor titánica le ayudaban a lijar, de vez en cuando, sus hijos y su hermano, Luis Francisco. Aun así, empleó cuatro años para completar su obra, que tiene siete clases diferentes de madera y varios tipos de bejucos. Estos últimos los usó para replicar los cables del aparato.
El resultado es una moto exacta a la original. La gente toca las llantas u otras partes con el fin de comprobar que es de madera. Cada parte esta atornillada y, de verdad, provoca montarse en ella.
"Cuando terminé, sentí que había cumplido con lo dicho cuando anuncié que iba a hacer la moto. La miraba y hasta creía que no la había hecho yo. Me sentía como si alguien me hubiera ayudado, como si Dios hubiera metido las manos, porque ni yo, que la hice, la creí tan perfecta. Es que no le faltan sino dos mil pesos de gasolina para ponerla a andar", concluye Iván.
DIEGO GUERRERO
ENVIADO ESPECIAL POR INVITACIÓN DEL MINISTERIO DE CULTURA
RIOHACHA
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